Coordenada 21 

Desastre y política: los nuevos escenarios

Por Samael HERNÁNDEZ RUIZ.

Hace algunos días, antes del sismo, recibí la invitación de un amigo, se trataba de desayunar con Porfirio Muñoz Ledo en un restaurante de Oaxaca. Acepté la invitación porque, independientemente de mis diferencias políticas con el licenciado Muñoz Ledo, me interesaba conocer su versión de los hechos de 1977 relativos a su Plan Nacional de Educación, que fue de pronto desechado por el entonces presidente José López Potrillo.

Al desayuno asistieron otras personalidades del mundo académico y político; la plática abordó el tema de las opciones de cambio para el país y las condiciones de Oaxaca. Aunque Don Porfirio hizo la introducción al tema, fue él mismo quien coordinó las intervenciones, lo que dice mucho de su capacidad de conducir y controlar.

Las tablas de Muñoz Ledo quedaron expuestas con sus agudas reflexiones sobre los actores políticos en nuestro país: el Frente Ciudadano por México (PRD-PAN-MC) es un “mazacote”, dijo, que difícilmente aportará algo que no sea más de los mismo o peor. El PRI no tiene candidatos fuertes y no se distingue del “mazacote” en sus propuestas; MORENA es quien queda en pié a pesar de los pesares. A mi pregunta de si no veía otra posibilidad me respondió: eso es lo que está en el tablero.

Tengo que reconocer que desde un punto de vista pragmático lo afirmado por Muñoz Ledo es irrebatible; pero las expresiones políticas emergentes podrían modificar ese escenario. En mi contra, el primer señalamiento es ese “podría” condicional que en política no existe, lo mismo que el “hubiera”. Como yo no soy político, me gusta analizar en qué medida es posible que ciertas tendencias observables modifiquen la situación actual.

¿Cuáles son los factores que podrían modificar la estructura actual de las fuerzas políticas y en que sentido lo pueden hacer? Mi respuesta es que dichos factores podrían provocar la emergencia de nuevos actores políticos o bien obligar a algunas de las fuerzas preexistentes a modificar su estrategia.

Empecemos por el principio: ¿cuáles son los factores que podrían modificar la actual estructura de las fuerzas políticas?: la situación internacional actuando sobre la clase política mexicana, la situación del país, y en Oaxaca, la configuración de algunas tendencias que parecen estar emergiendo con el pasado sismo de 8.2 grados en la escala de Richter.

El sismo del 7 de septiembre y sus consecuencias, son un potente analizador que pone en evidencia hechos que a veces no tomamos suficientemente en cuenta, como por ejemplo, la forma en cómo opera la administración pública y la manera en cómo reaccionan las personas.

De la forma en cómo opera la administración pública destacamos lo siguiente:

Una falta de previsión del gobierno del estado en materia de riesgos y desastres.

Graves deficiencias en la coordinación de las instancias públicas para atender la emergencia.

Falta de previsión en el diseño de un plan anticipado de recuperación para después del desastre y

Negligencia en la atención de medidas preventivas en materia de agentes naturales de riesgo.

Deficiente tramitación de los fondos de desastre y mala información sobre los afectados y sus activos.

En cuanto a la reacción de la gente:

La operación impune de criminales en pleno proceso de emergencia en el caso del Istmo de Tehuantepec.

La operación de grupos partidistas y clientelares para aprovechar la desgracia con fines proselitistas.

Protesta por la distribución de las despensas o por la falta de atención.

Aparente incapacidad para organizarse y mejorar la salida de la emergencia.

En algunos sectores una actitud de sometimiento a la actitud paternalista de los funcionarios públicos.

Hay que destacar la movilización de particulares, dentro y fuera de la región de desastre, en apoyo a los damnificados y las muestras de solidaridad incluso a escala internacional.

Los efectos combinados de lo anterior puede dar lugar a la emergencia de actores políticos, diferentes a los partidos y grupos preexistentes que abanderen las demandas de los damnificados, como ya se está observando, y marquen una diferencia en el escenario político electoral.

La posibilidad de que dichos actores emergentes se desarrollen, dependerá de su protesta militante de cara al desastre ocurrido, pero también por la capacidad o incapacidad que muestren el PRI, el Frente Ciudadano por México o MORENA , para  atraer a esos actores emergentes hacia sus filas.

Otro elemento importante es la actual situación nacional en la que destacan hechos como las constantes denuncias de corrupción de la clase política y la impunidad que buscan perpetuar ante sus presuntos actos delictivos; la actitud dubitativa y servil de la clase política mexicana ante las presiones de los Estados Unidos de Norteamérica, sobre todo en lo relativo a las negociaciones del TLC, los temas de Corea del Norte y Venezuela. Todo lo anterior en un contexto en el que los criminales actúan con entera impunidad y se incrementa la violencia contra las mujeres, al mismo tiempo que se observan conflictos internos en las fuerzas políticas y dificultades en las finanzas públicas. Todo lo anterior muestra las limitaciones de la clase política y de las actuales fuerzas electorales en disputa por los espacios de poder.

En Oaxaca y Chiapas después del terremoto, se observan indicios de:

La emergencia de actores colectivos que comienzan a definir demandas a partir de la afectaciones de los fenómenos naturales.

Incremento de la pobreza por la afectación del patrimonio y los activos de un sector importante y vulnerable de la clase media en Oaxaca.

Problemas asociados al desabasto de bienes de consumo básico (maíz y frijo) y la necesidad de importar dichos bienes.

El brote de enfermedades infecciosas y secuelas en la salud física, emocional y mental de los afectados por el sismo.

Incremento de los hechos delictivos en la región del Istmo de Tehuantepec.

Politización de las demandas derivadas de las afectaciones por los fenómenos naturales, por parte de los actores emergentes con fines electorales para el 2018.

De consolidarse estas tendencias, la situación nacional podría dar lugar a un juego de fuerzas donde la estructura actual de las fuerzas políticas, cediera ante la presión de actores sociales emergentes. No sé si ocurrirá, pero valdrá la pena seguir observando.

En el desayuno pregunté a Don Porfirio sobre su Plan de Educación de 1977 y su opinión sobre la actual reforma educativa. Nos platicó varias anécdotas sobre el tema, pero no dijo porqué José López Portillo desechó el plan para dar lugar a uno muy diferente y con menos profundidad en su concepción. No obstante al final todos salimos contentos de haber platicado con el célebre Porfirio Muñoz Ledo, el último, junto con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, de la vieja guardia nacionalista, como me dijo un amigo al salir.

 

Leave a Comment